jueves, 6 de diciembre de 2012

La carretera, Cormac McCarthy

Novela de estética post apocalíptica que describe la situación de un mundo devastado, a través de la historia de un padre y su hijo en búsqueda constante de alimento y seguridad.

Toda la naturaleza está muerta a excepción de algunos seres humanos. El paisaje está cubierto por una capa de polvo gris que se precipita desde un cielo en el que apenas penetran los rayos del sol. No hay diferencia entre el día y la noche, los árboles muertos permanecen en pie hasta que la nieve o el viento los derrumba y los animales parecen haber desaparecido hace años. El escenario es similar al de un invierno nuclear, que es un fenómeno meteorológico que podría producirse por la expulsión de toneladas de hollín a la atmósfera, provocada por explosiones nucleares.
El escenario humano es relatado mediante la historia de los dos protagonistas sin nombre, que realizan un viaje hacia el sur buscando lugares donde aún pudiera haber condiciones para la vida. Los pocos supervivientes humanos se alimentan de conservas y, en algunos casos, de otros seres humanos. Ante esta situación de escasez, las personas compiten por su supervivencia y la hostilidad de unos con otros es extrema. La vida de los protagonistas acontece en torno al viaje por una carretera, viejo símbolo del desarrollo capitalista, visto ahora como una ruina del mismo progreso que generó primero y destruyó después, unas condiciones de vida óptimas para los habitantes del primer mundo.
Otro de los aspectos a tener en cuenta en este mundo postcapitalista donde los Estados y las autoridades han desaparecido, es el alto valor que poseen algunos utensilios sencillos que tienen utilidad práctica, en contraposición a la falta de valor de materiales como el oro o el dinero fiduciario, al haber perdido los convenios que sobrevaloraban los materiales lujosos, toda su vigencia. 

McCarthy muestra una gran desconfianza en la reacción de los seres humanos ante una situación catastrófica. Este, comparte con Malthus su visión ecologista sobre la preocupación por los recursos finitos y ambos creen que la escasez llevará a una competición en la que los más débiles morirán de hambre, en lugar de colaborar por la supervivencia común. La diferencia es que el supuesto malthusiano se basa en la superpoblación, y el mundo relatado por McCarthy en la destrucción de los recursos, pero el resultado es el mismo; la escasez genera competición. Otros economistas de la escuela clásica como Stuart Mill, no comparten esta visión exclusivamente competitiva y entienden que los procesos de cooperación son los más importantes para el desarrollo económico y vital de las personas. 
A pesar de esta visión tan negativa de la raza, hay motivos para pensar que el único motor de la vida no es la competición, ya que si hay algo común en la mayoría de los seres humanos es su espíritu cooperativo. La cooperación permite establecer relaciones sociales fructíferas, y estas logran generar una forma de vida más satisfactoria. Esta concepción individualista y competitiva de los humanos es más fácil de encontrar en autores de países con tradición protestante y en concreto calvinista que, como nos explica Weber, tiene múltiples implicaciones en el desarrollo de la economía capitalista. También son argumentos que funcionan como elemento de justificación de la represión estatal, porque entienden que el destino del humano no controlado, es su propia destrucción.

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